El psicólogo Jean Piaget lo dijo muy claro: “Los niños y niñas no juegan para aprender, pero aprenden porque juegan”. Estamos totalmente de acuerdo: en la infancia, el juego es una necesidad, más que una opción.
En otros post de este blog hemos hablado ya de la importancia de aprender a través del juego, pero ahora que estamos en el mes en el que se celebra el Día Universal del Niño (20 de noviembre) nos detendremos en los beneficios que el juego tiene en los más pequeños.
– Ayuda al desarrollo psicomotriz: No podemos olvidarnos de la parte física. Casi todos los juegos contribuyen al desarrollo psicomotor de los niños y niñas; al ejercitar tanto la motricidad gruesa como fina.
– Enseña valores: Respeto hacia el resto de jugadores, paciencia para esperar cada turno, empatía y solidaridad, entre otras muchas cosas.
– Sociabilización temprana: Al jugar se comparte espacio y tiempo con otras personas y enseña a que los niños puedan conocer no solo el comportamiento del resto de jugadores, sino el de uno mismo.
– Saber ganar y perder: Los niños aprenden algo que les será muy útil en el futuro: a gestionar frustraciones y derrotas y a disfrutar y a saborear de una manera sana de los triunfos.
– Imaginación y creatividad: Jugar potencia estos aspectos tan importantes en el desarrollo del niño y niña. Sobre todo en los juegos simbólicos, a través de los cuales recrean situaciones cotidianas y aprenden a cómo desenvolverse en ellas.
Así pues, el juego no es solo un mero entretenimiento, sino que en sí mismo encierra multitud de necesarias y valiosas virtudes. La UNESCO afirma que “todos los niños del mundo juegan”. Es algo vital y necesario para la infancia.
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